viernes, 1 de febrero de 2008

Canon Sagrado

1.3. EL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.

La colección o lista de los libros genuinamente inspirados se le conoce con el nombre de Canón. Originalmente esta palabra era empleada para designar una vara o caña utilizada para medir, si no se tenía a la mano un pedazo de madera; luego se le dio ese nombre al nivel del carpintero y a la regla del escribano. En dos pasajes el apóstol Pablo refiriéndose a una "'regla de conducta' o a una regla en forma literal (Gálatas 6:16, 2 Corintios 10: 13) De modo que los libros canónicos son los que son verdaderos e inspirados por Dios y dignos de usarse como nuestra máxima norma de fe y conducta.

¿Cuáles son los criterios que mientan y determinan la canonicidad de los libros de la Biblia? Es indiscutible que los escritos considerados inspirados por Dios deben de tratar de los asuntos importantes en la relación de Dios con el hombre. Deben estimular la verdadera adoración; señalar los propósitos y las promesas de Dios. No debe existir al interior de los libros evocaciones a la superstición, ni culto a los animales sino un profundo llamado al servicio incondicional de Dios. Son armoniosos con los principios básicos de la sana doctrina y respaldan al unísono la gloria y la alabanza de Jehová Dios.

1.3.1. El Canón de las Escrituras Hebreas.

Los escritos divinamente inspirados del Antiguo Testamento fueron cuidados celosamente por el pueblo de Israel como especial fundamento de su Nación. La ley dada por Dios a moisés fue depositada dentro del arca del Testimonio. (Éxodo 40: 20) El libro de la ley escrita por Moisés fue guardado al lado del arca. (Deuteronomio 31: 24-26) Josué hizo lo mismo con sus escritos. (Josué 24:26).

Samue1 compiló el derecho de los reyes en un libro que colocó ante la presencia del Señor. (1 Samuel 10: 25) En el reinado de Josías se encontró la Ley de Jehová. Todos los órdenes sociales de Israel aceptaron absolutamente la plena autoridad y autenticidad de estos manuscritos. (2 Reyes 22: 8-20) Pasado esto se confeccionaron copias de los escritos de la Ley como lo ordenaba ella misma. (Deuteronomio 17: 18-20)

La tradición judía atribuye a Esdras el principio de compilar y catalogar el canon del Antiguo Testamento, y dice que este fue completado por Nehemías y la gran sinagoga que le precedió hasta 300 a.c. Lo cierto es que Esdras poseía la sabiduría de Dios y las facultades técnicas para ese trabajo, dado que era un gran erudito y escriba; a demás poseía una copia del Pentateuco (5 primeros libros de la Biblia). (Esdras 7: 6-14) Por lo tanto no hay argumentos históricos sólidos para refutar esta tradición. Esdras fundó el orden de escribas, que no solamente copiaban los manuscritos de los libros de la Biblia, sino que los guardaban y los explicaban también. Los judíos dividieron los libros del AT en tres partes, pero mantienen los mismos 39 que los nuestros.

1.3.1.1 Historia del Canón del Antiguo Testamento.

En los tiempos de Esdras, la ley de moisés, que comprendía los cinco libros primeros de la Biblia actual, circulaba como parte de las escrituras hebreas sagradas. Esdras poseía una capia de estas y le fue solicitada una lectura pública de estas.

(Nehemías 8: 1, 5, 8). Cerca de esa misma época, antes de darse la separación entre los judíos y los samaritanos, el Pentateuco fue llevado a Samaria. El erudita Jesús Ben-Sirach da testimonio de que la disposición de los profetas menores en un grupo de 12 estaba ya implantada hada el año 200 a. de C. En otro pasaje de su obra sugiere que estos conformaban la segunda parte de las escrituras sagradas hebreas junto con Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Ezequiel, Daniel. En el 132 a. de C. se afirma la existencia de tres partituras que constituían las Sagradas Escrituras Hebreas. Llamadas comúnmente: La Ley, Los Profetas y Los Otros libros.

En esa misma época que se disponía de la versión de los setenta, un judío nacido en el año 20 a. de C. tenía una lista de los libros del Antiguo Testamento, pero no menciona ni uno de los libros apócrifos. Ya en el Nuevo Testamento se hace mención de las libros del Antiguo coma un conjunto de documentos con plena autoridad espiritual. (léase mateo 21: 42; 26: 56; marcos 14: 49, Juan 10. 35; 2 Timoteo 3: 16) Son Escrituras Santas. (Romanos 1: 2, 2 Timoteo 3: 15) En el NT se hace mención de las tres partes, anteriormente anunciadas, por el mismo Jesucristo, como La Ley de Moisés, Los Profetas y Los Salmos. (Lucas 24: 44)

Aunque hoy día alistamos 39 libros en A T, el canon hebreo incluye estos mismos, pero estableciendo la siguiente tabla:

A. La Ley: 1. Génesis 2. Éxodo 3. Levítico 4. Números 5. Deuteronomio.
B. Los Profetas: 6. Josué 7. Jueces 8. Samuel (1 y 2) 9. Reyes (1 y 2) 10. Isaías 11. Jeremías 12. Ezequiel 13. Los Profetas Menores. (un solo libro)
C. Los Escritos (Hagiógrafos): 14. Salmos 15. Proverbios 16. Job 17 Cantar de los Cantares 18. Rut 19. Lamentaciones 20. Eclesiastés 21. Ester 22 Daniel 23 Esdras (se incluía Nehemías) 24. Crónicas (1 y 2)

Algunas autoridades, al poner a Rut con Jueces y a Lamentaciones con Jeremías cuentan solamente 22 libros. Haciendo a éstos de igual número que el alfabeto hebreo. Por ello F1avio Josefo afirmaba de la existencia de 22 libros divinos siguiendo de paso la nomenclatura hecha por la Septuaginta. Que es bastante parecida a la descrita anteriormente.

Los últimos libros inspirado por Dios en el AT fue el de Nehemías y Malaquias. El primero es indiscutiblemente inspirado, dado el hecho que este encierra la génesis del punto de partida para la interpretación de la profecía de las setenta semanas; tema muy importante en el desarrollo de la doctrina escatológica. (Compárese Daniel 9: 25 con Nehemías 2: 1-8 y 6: 15) También este mismo libro nos suministra información sobre el contexto histórico en el que se desarrollo la actividad del profeta Malaquias. De este último libro mencionado tampoco puede dudarse de su inspiración, por el hecho importante que fue multicitado en muchas oportunidades en los evangelios por el mismo Hijo de Dios, nuestro señor Jesucristo. Luego de estos dos libros no se encuentran evidencias históricas que demuestren la aceptación de libros escritos después de éstos. Confirmando el punto de vista de la tradición judía y el pensamiento de los cristianos del primer siglo. Por ello afirma la Escritura que a los judíos se las he sido confiada la Palabra de Dios. (Romanos 3: 2)

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